CALMAR LA ANSIEDAD SIN COMPLICARSE LA VIDA
- Adriana Aranzábal
- hace 1 día
- 3 Min. de lectura

Algunos días comienzan con un nudo en el estómago… sin saber muy bien por qué. A veces es un mail de más, un mensaje sin respuesta, o esa mente que se agita justo cuando queríamos relajarnos…
La ansiedad forma parte de la vida cotidiana de muchos de nosotros. Discreta o invasiva, a menudo se infiltra donde menos la esperamos. Y, sin embargo, no es nuestra enemiga. Es una reacción natural, un mensaje interno que nos dice: «Atención: sobrecarga en curso…»
Pero si este mensaje se repite demasiado, con demasiada intensidad, y no nos tomamos el tiempo para escucharlo, acaba por agotarnos física y mentalmente. A largo plazo, puede incluso abrir el camino a un estado de "burn out" o a trastornos más profundos.
Por eso es fundamental escucharlo en el momento adecuado. Detenerse, bajar el ritmo, y regalarse una verdadera pausa.
¿La buena noticia? Existen gestos sencillos y accesibles que pueden marcar una gran diferencia. Y todo esto… sin complicarse la vida..
La ansiedad, una señal (no un error )
En nuestro cerebro, hay un pequeño centro de alerta que vigila sin descanso: está ahí para alertarnos y protegernos. En tiempos antiguos, nos ayudaba a huir de un peligro extremo. Hoy en día, reacciona ante una agenda sobrecargada, una presión constante, tensiones o emociones no expresadas.
El cuerpo entra en alerta: el corazón se acelera, la respiración cambia, y la mente se descontrola. Es automático. Pero afortunadamente, al igual que se activa, esta alarma también se puede desactivar.
Aqui algunas pistas simples para salir de la ansiedad y encontrar un poco de calma :
Mover para liberar
El movimiento es un gran aliado. Una caminata al aire libre, unos estiramientos por la mañana, o incluso un baile improvisado en la sala de tu casa son suficientes para liberar tensiones y estimular hormonas que te ayuden a relajarte.
No hace falta una sesión de ejercicio intenso. Diez minutos de movimiento libre bastan para enviarle al cerebro un mensaje claro: «Todo está bien.»
Respirar para volver a uno mismo
Cuando la ansiedad sube, la respiración se vuelve corta y rápida. Recuperar el control de la respiración es recuperar poco a poco el poder sobre lo que sentimos.
Un ejercicio sencillo:
→ Inhala profundamente por la nariz durante 4 segundos
→ Retén el aire durante 4 segundos
→ Exhala lentamente por la boca durante 6 a 8 segundos
→ Repite de 3 a 5 veces
Practícalo en cuanto sientas la necesidad, en el metro, en la sala de espera, o incluso antes de una llamada importante.
Regresa al instante presente
La ansiedad vive en el futuro: los “y si”, los “debo”, los escenarios que se repiten…
Volver al ahora es una de las formas más efectivas de calmarla.
Esto puede pasar por una práctica de mindfulness, pero también por gestos simples:
→ Beber tu té despacio y en silencio
→ Sentir el agua cuando te bañes
→ Escuchar los sonidos que te rodean
→ Caminar observando y sin distracciones
Estos micro-momentos de atención ofrecen al cerebro una verdadera pausa.
Dormir, digerir e hidratarse
Parece algo básico, pero un sueño ligero, una digestión difícil o un cuerpo deshidratado son a menudo combustible para la ansiedad.
Adoptar una rutina suave, comidas saludables y simples, una buena hidratación, son gestos fundamentales. Sentido común, sí. Pero también una prevención poderosa.
Y sobretodo, cuídate con paciencia
La ansiedad no está ahí para molestarnos. A menudo es una señal de que es hora de desacelerar, de tomarse un tiempo, de cuidarse a uno mismo. Incluso puede convertirse en una aliada si la ves como un mensaje interno que te guía hacia un poco más de equilibrio en la vida.
Así que la próxima vez que llegue a ti, ¿por qué no buscas recibirla como una alerta y no como una carga?
Con paciencia, movimiento, respiración y presencia, es totalmente posible aprender a convivir con ella sin tener que cambiarlo todo en tu vida cotidiana 😉
¡ Hasta pronto !

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